Casey Ratzlaff, el tenista estadounidense mejor clasificado en silla de ruedas, vive una vida sencilla, según su propia racionalización. En promedio, practica tenis, dedica tiempo a ayudar a entrenar a los jugadores de tenis masculinos de Dartmouth, hace ejercicio fuera de la cancha y descansa en casa durante parte de su tiempo libre.
Era una buena vida, una vida que realmente disfrutaba.
El tenis es su prioridad, ocupando su tiempo como jugador profesional y entrenador asistente voluntario de Dartmouth. Ratzlaff, clasificado en el puesto 14 del mundo, se ha mantenido coherente con sus principales objetivos: intentar ganar un Grand Slam, clasificarse para otros Juegos Paralímpicos y tener un buen desempeño en otros grandes torneos. Los más apremiantes en el futuro cercano son los Juegos Parapanamericanos que se celebrarán del 17 al 26 de noviembre en Santiago, Chile.
“Mi enfoque es el tenis, y estar aquí (en Dartmouth) es absolutamente perfecto para mí”, dijo Ratzlaff, quien se mudó a Hanover, New Hampshire, en el verano para comenzar su nuevo trabajo con el equipo masculino. Siguió a su entrenador personal, Justin DeSanto, desde la Universidad de Alabama en Birmingham hasta Dartmouth. DeSanto fue el entrenador en jefe de la UAB y ocupó el mismo cargo en Hannover.
“Justin y todos los presentes me han apoyado mucho en mi carrera y en mi objetivo de ser el mejor del mundo”, dijo Ratzlaff, de 25 años. “Las instalaciones aquí son de primera clase y me resulta muy fácil entrenar y entrenar, hacer ejercicios fuera del campo, todo en el mismo lugar. Cubre todas mis necesidades; Ha sido una gran experiencia hasta ahora”.
El propio Ratzlaff es un estudiante universitario y toma clases en línea de pregrado en gestión deportiva en la Universidad Estatal de Wichita en su ciudad natal. Bromeó diciendo que estaba en un “plan de 1.000 años”, con su vida jugando en Grand Slams y torneos importantes como una prioridad.
Le gusta ser parte del mundo del tenis universitario, ayudando a los jugadores de Dartmouth dentro y fuera de la cancha. Honestamente admite que ser un jugador de élite en silla de ruedas tiene sus diferencias con respecto a los juegos normales que juega, pero al final del día, el campo y la estrategia son los mismos para todos.
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