Las economías latinoamericanas se mantuvieron bien el año pasado a pesar del impacto de la invasión rusa de Ucrania y el aumento de las tasas de interés mundiales. En 2022, la economía de la región se expande casi un 4 por ciento, el empleo se recupera con fuerza y el sector servicios se recupera de los daños causados por la pandemia.
Las presiones inflacionarias disminuyeron en muchos países debido a los esfuerzos tempranos y persistentes de los bancos centrales y la reducción de los precios mundiales de los alimentos y la energía. Sin embargo, la inflación subyacente (excluidos los alimentos y la energía) se mantiene alta en torno al 8 % en Brasil, México y Chile (y ligeramente más alta en Colombia pero más baja en Perú).
A pesar de estas noticias alentadoras sobre el crecimiento y la inflación, es probable que 2023 sea un año desafiante para la región. Se espera que el crecimiento este año se desacelere a solo un 2 por ciento, en medio de tasas de interés más altas y la caída de los precios de las materias primas. La creación de empleo y el gasto de los consumidores en bienes y servicios se ralentizaron, y la confianza de los consumidores y las empresas se debilitó. El crecimiento también se verá limitado por la desaceleración de los socios comerciales, en particular Estados Unidos y la zona del euro. Además, los riesgos a la baja, incluidos los de condiciones financieras más estrictas de lo previsto y la guerra de Rusia en Ucrania, continúan dominando.
es más,
traer de vuelta la inflación es probable que bajar al objetivo del banco central sea un proceso prolongado que conlleva riesgos, incluso por el aumento de las presiones salariales.
Un panorama socioeconómico desafiante
La desaceleración del crecimiento, la alta inflación y la incertidumbre global significan que muchas personas en la región verán disminuir su nivel de vida este año y probablemente enfrentarán una mayor ansiedad sobre su futuro.
El creciente descontento social y la reducción de la confianza en las instituciones públicas han sido tendencias importantes en la región durante algún tiempo. Por supuesto, las tensiones sociales se han exacerbado durante la pandemia. Las personas más pobres, en particular las que trabajan en servicios presenciales, son las más afectadas por las consecuencias económicas. Si bien el apoyo del gobierno ayuda, muchos no pueden protegerse por completo de los impactos negativos, como lo demuestra el marcado aumento de la pobreza. El aumento de la inseguridad alimentaria también es un síntoma importante de los efectos socioeconómicos duraderos de la pandemia.
La clase media de esta región también se enfrenta a una situación económica cada vez más inestable. Muchas pequeñas empresas están pasando apuros durante el confinamiento y los salarios de los trabajadores de ingresos medios se han visto erosionados por el posterior aumento de los precios.
Revertir esta tendencia y el impacto de la pandemia requerirá restaurar la estabilidad macroeconómica y promover el crecimiento sostenible a través de reformas estructurales. Pero encontrar un terreno común para emprender reformas económicas que tengan sentido en un entorno de tensiones sociales cruciales será una batalla cuesta arriba. Al mismo tiempo, la posibilidad continua de disturbios y parálisis política tiene el potencial de erosionar la confianza y pesar sobre la actividad económica.
Forjar un camino a seguir
A pesar de las dificultades obvias, las políticas deben centrarse en asegurar la estabilidad económica, estimular el crecimiento y la creación de empleo, apoyar el espíritu empresarial y abordar las necesidades sociales apremiantes que enfrentan muchas personas en la región. Esto ayudará a reducir el descontento social y restaurar la confianza en las instituciones públicas. Sin embargo, estas acciones requieren determinación, persistencia y construcción de consenso social en varios temas:
- Los bancos centrales no deben debilitar su determinación de reducir la inflación, lo que requerirá esfuerzos persistentes. Si bien las alzas de tasas en muchas de las economías de la región están llegando a su fin, es probable que se mantengan altas durante algún tiempo para asegurar que la inflación regrese a la meta.
- La política fiscal debe enfatizar el gasto social para apoyar a los pobres al mismo tiempo que reduce la deuda pública. Lograr este objetivo requerirá una movilización de ingresos progresiva, favorable al crecimiento y equitativa. La confianza en el gobierno seguirá siendo socavada mientras los ricos no pagan su parte justa en impuestos Igualmente importante es que el gobierno priorice cuidadosamente el gasto y busque formas de mejorar la credibilidad de las instituciones públicas; la clave será enfatizar la buena gobernanza y la transparencia.
- Sobre la base de los avances recientes, las redes de seguridad en la región deben mejorarse continuamente para garantizar una asistencia social confiable y lo suficientemente generosa para los más necesitados.
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Estos pasos no deben excluir los cambios de política más profundos necesarios para aumentar la productividad, estimular la inversión y facilitar la creación de empleo. Tales reformas serán el principal medio, con el tiempo, de mejorar el nivel de vida de la población de la región.
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