Desde octubre, Villarrica, de 2.847 metros (9.300 pies) de altura, ha sido escenario de explosiones de gas y eventos sísmicos, con pilares de fuego de 220 metros de altura saliendo disparados de su lago de lava.
Álvaro Amigo, jefe de la Red Nacional de Vigilancia Volcánica, dijo a la AFP que “aunque no podemos predecir cuándo entrará en erupción el volcán, las condiciones están ahí”, según una evaluación diaria de la actividad en el lugar.
El volcán bordeado de glaciares domina la ciudad de Pucón, con una población de unas 28.000 personas que viven a solo 15 kilómetros (10 millas) de la cumbre.
Los lagos y los frondosos bosques de la zona son un popular atractivo turístico y alrededor de 10.000 visitantes suben a Villarrica cada verano, según cifras oficiales.
“Lo de Villarrica es el riesgo, porque mucha gente vive en una zona que está muy expuesta” al potencial daño del volcán, dijo el geofísico Cristian Farias.
Advirtió que los vecinos se habían olvidado de los peligros de “lo que puede hacer Villarrica”.
Amigo dijo que el volcán es peligroso porque sus erupciones a menudo provocan flujos peligrosos de roca volcánica y lodo “y porque tiene una gran población e infraestructura circundante”.
Los expertos compararon el nivel actual de actividad con los vistos antes de una erupción anterior en 2015, cuando una explosión de lava, gas y ceniza se disparó 1,5 kilómetros en el aire, sin causar daños antes de que el volcán se calmara.
La última gran erupción de Villarrica fue en 1984.
La Agencia Nacional de Geología y Minería emitió advertencias amarillas en noviembre en cuatro localidades cercanas a la cumbre, lo que significa que nadie debe acercarse a menos de 500 metros del cráter. La agencia también ha implementado planes de evacuación de emergencia y monitoreo en tiempo real de la actividad volcánica.
La alerta amarilla es un paso antes de la alerta naranja, lo que indica una erupción inminente.
La ministra de Minas, Marcela Hernando, dijo que la idea era asegurar a los ciudadanos que la tecnología y los expertos vigilaban de cerca los 45 “volcanes más importantes” de Chile.
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