Hace medio siglo, el filósofo e investigador canadiense Marshall McLuhan destacó el papel de los medios como algo más que simples transmisores de eventos políticos, pues su presencia y acciones producen efectos de comunicación que no necesariamente están alineados con los intereses de las instituciones políticas. . Esto es algo para reflexionar con motivo del Día del Periodista en nuestro país.

Por Jorge Gillies Arancibia

McLuhan dijo que “los medios son el mensaje”. La tensión constante entre la prensa y la política en un contexto democrático, desde el caso Watergate hasta el enfrentamiento permanente de Donald Trump con los grandes medios estadounidenses, es un ejemplo.

Obviamente, para todo tipo de dictaduras y regímenes autocráticos, la sola existencia de una prensa independiente es imposible de tolerar. Los ejemplos están ahí para que todos los vean. Pero también, por intereses económicos y estructuras criminales, como el narcotráfico o la destrucción ambiental, los periodistas son enemigos que hay que eliminar. A menudo, literalmente. Los ejemplos abundan también a escala internacional.

En este contexto, el papel de enviados, es decir, de comunicadores, ha sido asumido en Chile al establecerse un liderazgo de facto en la comunicación política.

Hace mucho tiempo que las autoridades convocaron a directores de medios a La Moneda para silenciar la difusión de ciertas noticias, como sucedió en 1991 durante el gobierno de Aylwin en relación con el secuestro de Cristián Edwards, o tres años después durante el gobierno de Frei Ruiz Tagle, como resultado de los llamados “Pinocheques”. Y las frecuentes llamadas telefónicas desde los centros de poder, las advertencias contra la publicación de noticias o reportajes nefastos, ya no tienen el mismo efecto que antes y producen reacciones contraproducentes, que cuestionan a los autores y les ganan el desprecio.

Por un lado, esto se debe a la creciente horizontalidad y deslocalización de los medios debido a la revolución digital. La creciente importancia de las redes sociales como espacio de comunicación política le quita espacio e impacto a los medios tradicionales. En la era de la globalización, ocultar información se ha vuelto imposible.

Pero esto se debe principalmente a la creciente incapacidad de la política para alentar y motivar. El principal referente de esta actividad son los periodistas que se posicionan abiertamente con el acontecer político, ganándose así la confianza de sus audiencias en momentos difíciles como los que se viven, no solo en Chile, producto de la pandemia y la crisis económica. generada por la invasión rusa de Ucrania.

Los programas matutinos y vespertinos y los podcasts que rompen con el formato clásico de la programación política han ganado grandes audiencias y catapultado a sus presentadores a la fama, llenando literalmente el vacío que dejan las instituciones políticas.

Y para invertir la metáfora, son los emisarios los que están dispuestos a matar a los perpetradores de las malas políticas. Los políticos deben considerar seriamente este aspecto, porque cuando no logran consolidar su liderazgo, son otros actores los que asumen el rol, incluidos los periodistas y comunicadores.

Jorge Gillies Arancibia, Académico de la Facultad de Ciencias Culturales UTEM